Por: Andrés Flores / Licenciatura JRF
Dos equipos, dos historias tan similares, ambas llenas de capítulos tristes, vergonzosos y en ocasiones imposibles de explicar. Un séptimo partido que puso fin a una racha negra, larga, incluso algunos podrían decir eterna, mientras el perdedor llegará a la primavera del próximo año sabiendo que estuvieron cerca, estuvieron a un triunfo y aún así no terminaron el trabajo. Chicago vivirá por siempre como campeón de la Serie Mundial del 2016, una digna de ser llamada Clásico de Otoño y con quizá el mejor juego en la historia del béisbol.
La velada fue larga, prueba de ello las 10 entradas disputadas sobre el diamante, así como la fecha, 3 de Noviembre del 2016, un día después de haber iniciado el encuentro, 4 horas y 28 minutos de juego tras el primer lanzamiento. Para dos equipos como estos, sentirse con el triunfo en la bolsa es una locura, pero quizá ese momento en que Kris Bryant tomó la pelota para el último out, con esa sonrisa que decía campeón por todos lados, tal vez fue en ese instante cuando toda una ciudad vio la luz al final de un túnel que recorrieron por 108 años.
Bryant, quien fue seleccionado por los Cubs como la segunda selección del draft en 2013, envió la pelota hacia Anthony Rizzo para el out 27, el más esperado en la historia de los Cubs. Rizzo se aferró a esa pelota, así como se aferró a su vida cuando a los 18 años fue diagnosticado con cáncer. Ahora, tras conectar nueve hits, un cuadrangular e impulsar cinco carreras, finalmente es campeón de Serie Mundial, junto a Theo Epstein y Jed Hoyer, quienes lo seleccionaron en el draft de 2007 con Red Sox y confiaron tanto en el que decidieron traerlo a Chicago.
El Progressive Field, hogar de los Indians desde 1994, se convirtió durante la velada más importante de su historia en un parque de pelota lleno de aficionados de Chicago. Un escenario atípico para un inmueble que consiguió llenar sus asientos en 455 oportunidades consecutivas entre 1995 y 2001, cuando Jim Thome, Manny Ramírez, Omar Vizquel, Kenny Lofton, Roberto Alomar, Albert Belle y compañía, dominaron la división Central de la Liga Americana durante aquellos años. Ese núcleo de jugadores alcanzó la Serie Mundial en dos ocasiones, perdiendo la primera con Atlanta en 1995 y en su segunda oportunidad fue Miami quien terminó con el sueño de la tribu en 1997. Ahora esta versión del 2016 se une a la lista de novenas en Ohio que no consiguieron dar el último paso.
El Umpire gritó Play Ball y fue entonces cuando el hombre menos esperado, apareció en el momento más inesperado. Dexter Fowler conectó una recta de 94 millas con cuenta de dos bolas y un strike, de esta manera se convirtió en el primer pelotero de la historia con un cuadrangular en el primer turno al bat de un séptimo juego de Serie Mundial. Fowler, quien se quedó a poco de vestir el uniforme de los Orioles de Baltimore esta temporada, terminó la noche con tres hits, cumpliendo su labor de primer bateador en una alineación de campeonato.
Pero la noche fue larga, excepto para Corey Kluber. El derecho llegó al gran escenario como el favorito para tomar el protagonismo tras dominar a la alineación de Chicago en los juegos uno y cuatro con 15 ponches en 12 innings y solo una anotación en su contra. Su dominio había sido tal que se convirtió en el primer lanzador en la historia de la Serie Mundial en alcanzar ocho K’s en las primeras tres entradas de un juego de esta magnitud. Sin embargo, hay días en los que la historia y el destino son algo imposible de superar y Kluber lo descubrió durante las cuatro entradas que se mantuvo sobre el centro del diamante.
No fue sólo el cuadrangular de Dexter Fowler, los Cubs le hicieron daño a Kluber con un elevado de sacrificio de Addison Russell, quien además de romper el empate en la pizarra, también alcanzó las nueve carreras producidas y una noche antes se había convertido en el primer campocorto con un Grand Slam en la historia del Clásico de Otoño. Por su parte, Willson Contreras y Javier Báez eligieron un buen momento para aparecer con un doble productor y un Home Run solitario respectivamente, imparables que borrarán de la memoria de los aficionados los 13 ponches del puertorriqueño en la serie, así como los dos hits en 19 turnos al bat del venezolano.
Del otro lado estaba la víctima, el campeón de efectividad de la Liga Nacional que parecía no tener oportunidad frente a su rival en el montículo. Kyle Hendricks se paró en el centro del mundo durante casi cinco innings y demostró porque le llaman “ El Profesor” con dos ponches y una carrera limpia en contra, la cual fue producto de un sencillo del dominicano Carlos Santana. Para entonces, para el momento en que llegó el duelo de zurdos, la ventaja era de 5-1 para Chicago tras un hit de Anthony Rizzo que colocó en el plato a Kris Bryant, una diferencia que traía un aire de tranquilidad al ambiente, situación que cambiaría rápidamente.
Jon Lester, uno de los mejores lanzadores de postemporada se enfrentaba a Andrew Miller, el hombre más dominante de este Otoño. Ellos se pararon en el montículo de Progressive Field y se encontraron con las dificultades de un duelo de vida o muerte. Miller tenía una carrera en contra en 25 innings de postemporada y en una noche recibió dos anotaciones ante el desconcierto de Terry Francona, LeBron James y todo el estado de Ohio. Miller se volvió humano en un juego que parecía diseñado para el, para cimentar su leyenda.
Jon Lester y David Ross, la inseparable pareja que se conoció en Boston en 2008 y tras reencontrarse en 2013 se ha mantenido unida. Ross vivía el sueño de todos, retirarse en un juego de Serie Mundial, pero el sueño pareció convertirse en pesadilla cuando lanzó de manera equivocada a primera base, solo para después recibir un pelotazo en el rostro que lo tumbó y permitió dos anotaciones de la tribu. Pero el béisbol tenía planeado un mejor final para un hombre que jugó a la pelota de Grandes Ligas durante 15 años y que a pesar de nunca ser una estrella, brillo como nadie mientras recorría las bases tras un cuadrangular solitario en la sexta entrada.
Lester abandonó el montículo en el octavo episodio tras ponchar a cuatro bateadores en un espacio de tres entradas, en lo que fue el primer relevo del zurdo en postemporada desde 2007. Joe Maddon decidió ponerle fin a todo y envió al cubano Aroldis Chapman para obtener los últimos cuatro outs de la noche, pero por una vez en su vida, su recta de más de 100 millas no fue la protagonista, fue la víctima. 187 salvamentos en temporada regular, 4 en el béisbol de Otoño y un out parecía imposible para Chapman.
Brandon Guyer se colocó en la caja de bateo e hizo daño a Chapman, un doble al jardín derecho y los fantasmas comenzaron a asomarse. Entonces apareció Rajai Davis, cero cuadrangulares, cinco hits y promedio de bateo de .143 en 17 partidos de postemporada y nada de eso tuvo importancia mientras la pelota volaba sobre la barda del jardín izquierdo para empatar el séptimo juego de la Serie Mundial en el octavo inning.
La madre naturaleza entendió que más de uno estaba a punto de sufrir un infarto y detuvo todo por algunos minutos con la lluvia. Con la lona sobre el diamante, parecía que ambos equipos jugarían por siempre, pero todo debe llegar a su fin y ese tuvo lugar durante la décima entrada de un épico juego de pelota. Kyle Schwarber enfrentó a Bryan Shaw para conseguir su séptimo hit del año, todos y cada uno de ellos en la Serie Mundial y con ello, todo estaba en su lugar para la llegada del héroe.
El Jugador Más Valioso, un reconocimiento al hombre clave de un equipo campeón, un premio a quien lideró a su equipo a un título de Serie Mundial, un trofeo que separa al pelotero común del histórico. Ben Zobrist se encontró una recta de 98 millas en la esquina de afuera y la mando al jardín izquierdo por toda la línea de tercera base para convertirse en la leyenda que dio el triunfo a Chicago en un Clásico de Otoño. Una carrera más llegaría desde el bat del venezolano Miguel Montero, quien solo necesito una oportunidad para poner su nombre en la historia de este partido.
Pero 108 años de espera no podían terminar sin drama, Rajai Davis dijo presente una vez más y acercó a los Indians a solo una carrera con un imparable contra Carl Edwards Jr. Sin embargo, la historia ya estaba escrita y Mike Montgomery lanzó frente a Michael Martínez para poner fin a una vida de desilusiones. Ese título fue para Ernie Banks, Ron Santo, Ryne Sandberg, Billy Williams, Sammy Sosa, fue para todas y cada una de las leyendas de Chicago, fue para cada aficionado de los Cubs en el último siglo y para el béisbol que vive de historias como esta.
Los Chicago Cubs son campeones de la Serie Mundial.