Martes por la noche en Ciudad Universitaria. La gente no falló, hizo una buena entrada, tomando en cuenta que es semana laboral. Y no es para menos, los Pumas juegan bien, marchan invictos y se encuentran en la parte alta de la tabla general. Parece ser que con David Patiño, la grandeza y tradición se van recuperando; también la ilusión…
Su rival, los Tiburones Rojos, parecen en teoría ser una presa sencilla. Los de Veracruz son últimos de la porcentual, la distancia con su rival inmediato es considerable (Querétaro) y la cosecha de puntos ha sido pobre. Una dato curioso es que para este semestre su entrenador es Guillermo Vázquez, un personaje relacionado a los universitarios. También hay que mencionar algo: Pumas salió campeón por última vez con él al mando.
Pero el fútbol es bello e impredecible, más cuando se trata de nuestra querida liga. En el fútbol de México no faltan emociones. Los poderosos, flaquean. Los rivales modestos y víctimas en el guión, se vuelven rebeldes, villanos o héroes, según la perspectiva de cada uno.
Hoy los aficionados y periodistas tienen frío, pero el deber de alentar e informar; los primeros (mayoría de Pumas) para que su equipo empate y siga la buena racha; la minoría del Veracruz, alienta, sufre y reza por sus jugadores, por la permanencia, por tres puntos que mantengan una vela encendida. Mientras que los periodistas redactan con credulidad (ya no les sorprende) lo que ahora pasa…