
Por: Leonardo Zamora
TIGRES Y CHIVAS OFRECIERON UNA FINAL CON UN FÚTBOL POBRE, DONDE SE CUIDÓ MÁS EL NO RECIBIR GOL. UN EMPATE A CEROS DEJA TODO PARA LA VUELTA.
El estadio Universitario no hizo erupción como en cuartos y semifinales. Esta vez, San Nicolás de la Garza, territorio de los Tigres, dormirá con un sabor amargo tras el empate conseguido ante Guadalajara de 0-0 en la final de ida y con la necesidad de ganar cómo sea en el terreno de las Chivas el próximo domingo.
El partido arrancó con un ambiente digno de una final, con un público entregado en un mosaico amarillo y azul, colores que representan a los felinos, pero que con el paso de los minutos “El Volcán” se fue apagando poco a poco por las pocas jugadas de emoción que hicieron que la grada enmudeciera.
Fue un primer capitulo de la final en el que ambos equipos se cuidaron mucho, típico de un formato en el que se tienen que jugar dos veces para ganar un título, a veces esos sistemas matan la ilusión y guardan todo lo mejor para el final.
Este juego se recordará por la poca valentía de Robert Dante Siboldi para buscar el gol, contrario a lo que hicieron en las anteriores fases de liguilla. A esa mala receta se adjuntó el repliegue y la estrategia de resguardarse por parte de Velko Paunovic por lo que Chivas y Tigres ofrecieron una final aburrida.
En realidad, fue un encuentro que se disfrutó más en la tribuna que en el césped, que tuvo más emoción en el entorno que en las porterías y que tuvo más esfuerzo por parte de los aficionados que de los propios jugadores.
El público emocionado y apoyando a sus respectivos equipos fue lo más rescatable de la final de ida, donde querer proteger el resultado terminó por dejar un partido poco llamativo.
📸: Liga BBVA MX